Calmo
y conforme, asà me encontraba, aquella noche de 1923, yacÃa escondido bajo la
cama, esperando que la tormenta acabara y consigo se llevara todos mis
calvarios. Sin embargo permanecà cómodo, y nada podrÃa perturbar mi comodidad.
Yo era un joven muy tranquilo, de esos que todo les apena, me gustaba leer
historias de terror, aún más cuando caÃan centellazos por montón. SolÃa leer
historia de criaturas nocturnas de otra dimensión, y a pesar de mi vaga
comprensión del universo, sabÃa que nada asà era posible, aunque no quita lo
mucho que evitaba creer en ello. Por tanto no me preocupaba, por lo menos asÃ
me decÃa a mi mismo escondido bajo mi cama.
No
sucedió mucho tiempo hasta darme cuenta que la lluvia habÃa terminado, mis
temblores calmaron, apagué mi linterna, y entonces me levante con mucho cuidado
sin causar mero estruendo, sin percatarme del frÃo intenso puesto que no
llevaba abrigo y me encontraba en medio de un alto poblado a las afueras de
BerlÃn.
Mientras
tanto, escuche el goteo de una pequeña fuga de agua en medio de la oscuridad,
el sonido ensordecÃa mis pequeños oÃdos de aquel entonces. Por lo que me di la
tarea de colocar algo para evitar el incesante goteo, pero cuando llegué, habÃa
acabo y me llenó de confusión.
Un
poco aterrado, ignoré lo sucedido y volvà a mi cama. Pero, mi desvelo serÃa
perturbado nuevamente, con el resonar de un nuevo goteo al otro extremo de mi
cuarto. Mientras, intenté dormir, sin poder lograrlo, hasta que con curiosidad
me acerque a la ventana, la abrà y no habÃa rastro de lluvia, todo lleno de una
agobiante tensión para una mente tan débil como la mÃa.
Mientras,
escuche un sonido viscoso. Rápidamente corrà a esconderme bajo la cama, con mi
linterna y libros de terror como única compañÃa. Tan solo estaba ahÃ, escondido
bajo una tensa piel que no paraba de temblar, me encontraba completamente solo
y agobiado, inmerso en el terror absoluto. Era muy oscuro, los relámpagos
seguÃan sonando y la viscosidad oculta en algún lado de mi habitación se
desplazaba y restregaba como si de un animal moribundo se tratara, no lo veÃa,
solo sentÃa que algo estaba ahà a pocos metros de mÃ.
Era
una horrible sensación, y fue entonces cuando logre verlo a medias durante un
resplandor instantáneo de un relámpago. Negro, verde, purpura, poseÃa varias
tonalidades oscuras y emanaba una baba que recuerdo me causaba nauseas de
observar y oler, era una emancipación pestilente de fluidos nauseabundos que se
arrastraba a lo largo de todo mi espacio Ãntimo. Tan solo deseaba que esa cosa
no pudiera sentir mis escalofrÃos.
Los
segundos se hacÃan eternos. contenÃa mis sollozos de angustia y miedo. Pero
algo tenia bien claro en mente, sea lo que sea esa aberrante criatura, me
encontraba a su merced. Merodeaba por las cercanÃas sin saber siquiera que
estaba ahà debajo, era muy alto y no podÃa verle del todo. Solo me contenÃa y
nada podÃa hacer, lleno de lágrimas y mocos.
Al
poco de registrar mis escaparates y juguetes, empezó a gemir o a emitir una
especie de sonido que iba de un ligero rugido a algo chirriante y espantoso.
Poco después se decidió a asomarse por la ventana de donde entraban los frÃos
vientos del norte. Me emocione por un momento. Al poco instante, subió y salió.
En
seguida me levante con una chocante tembladera que recorrÃa todo el cuerpo. Me
asomé por la ventana y observe esa cosa que perturbó mi noche, yacÃa merodeando
los alrededores y succionando algún animal, era horrible y nauseabundo asà que fui a acostarme, más tarde en la
mañana el fuerte olor me despertó, habÃa sangre y trozos de carne por las
paredes y el suelo de la esquina perpendicular a mi cama, en el suelo estaba
escrito “sé que estás ahÔ.
Fin.
-Marcos IV Nava